Mentirosa...

Mentirosa amiga,

dudo mucho que seas mi enemiga...

Sábete que me has dejado marcado,

marcado y para mal.

Tan es así mi malestar,

que ojala nunca te hubiera amado.

Mentirosa porque me tomaste de la mano.

Susurraste palabra dulces y embelesantes a mi oído.

Pero solo fueron destinadas a tu olvido,

te aseguro que olvidaste eso... fue en vano.

Que dulce eras.

Recuerdo esos momentos bellos

donde solíamos ver pasar las horas.

Es muy dulce de tu parte,

eres alguien muy tierno.

¡¡¡Mentiras!!!

Mentiras han resultado...

Por no querer decir la verdad

Mi corazón sí que haz quebrado.

No tendría que escribir en poesía.

Sin embargo, te mostré esa faceta mía.

Dijiste que era bella.

Me ruborice y me trague esa mentira.

La piel se me enchina de tan solo recordarlo...

se me enchina del coraje...

Pero muy en el fondo de ese odio,

un amor profundo yace.

No puedo dejar de pensar en ti...

extraño tu presencia...

extraño tus palabras dulces,

mentiras piadosas, pero que bien alimentaban.

¿Y ahora qué?

Un mes y medio ha pasado...

tal vez ya te has olvidado,

tal vez ya me has abandonado.

Incluso por una palabra mas...

por una sonrisa...

que decir... por un "te quiero".

por un baile...

yo habría dado el todo por el todo...

te habría apostado hasta mi alma.

Ahora recuerdo que esta eso mal,

el alma es de Dios,

no de un mortal.

Y por ser exactamente eso,

ahora estoy herido de muerte.

Mi corazón traspasado derrama lagrimas,

lagrimas que mis ojos ahogan,

se ahogan para hacerme ver fuerte,

fuerte para ocultar mi debilidad.

Pero ya voy cabizbajo por la calle.

Odiando al mundo,

envidiando a los enamorados,

doliéndome por el cómo falle.

Obsesión...

Adicto...

Melancólico...

Deprimido y muerto por dentro...

La tristeza me inunda...

Me ahoga...

Me afianzo a un recuerdo tuyo...

ya ni a una imagen o una foto...

queme todo eso antes para encender una fuego,

me moría de frio, ese frio corazón mío.

Di,

¿Por qué te vas de mí?

Te abrazo y me congelas

Fría y cortante como el cristal.

Juntos solíamos cantar.

Solíamos bromear

y hasta pelear.

Solías sonrojarte al decirte que te amaba.

Cuando lo dije por primera vez desmayaste.

Te dije que estaba bien,

ya no te presione.

Te pregunte si estaba bien el sentirlo.

Me tomaste nuevamente de la mano.

Fuerte... y suave al mismo tiempo.

Ignoraba, que lo que te causaba era pena y sufrimiento.

Yo a mis veintidós.

Tu a tus dieciséis.

Enamorada de otro tú estabas.

Lo sabia o lo intuía, eso ya no me importaba.

Pero esa distancia que nos separaba de por si

se hizo inmensa,

intolerable,

caprichosamente odiosa.

Mil cuatrocientos cincuenta kilómetros no es cualquier cosa.

Pero sabes...

metro a metro...

paso a paso...

incluso a pie o en carro

yo habría intentado

cruzar al otro lado.

Que más hubiera dado

por llegar volando.

Lastima... yo estoy atado.

Eso ya se ve lejos,

como un sueño...

Pero como a todo buen sueño,

lo invadió la pesadilla.

La pesadilla de tu silencio...

La pesadilla de tu mentira.

Mentira piadosa

pero al fin y al cabo,

una ilusión:

Una mentira.