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[Pr][S][Gr] Las antiguas potestades I of VIII (SPANISH) by Losesno (critique requested)

[Pr][S][Gr] Las antiguas potestades I of VIII (SPANISH) (critique requested)

Losesno

Las cinco de la mañana y la ciudad vuelve a su diurna realidad.
En todos los barrios las calles comienzan a tener de nuevo actividad dejando la soledad y tranquilidad por un lento o rápido, pero siempre constante, hormigueo de personas, motos y de aquellos monstruos metálicos que la mente de las personas se acostumbró a ver como algo cotidiano.

Los transportes urbanos empiezan a despertar, con sus rugidos se mueven como parásitos en la sangre por las arterias de la mancha urbana… ¡Qué lugar más detestable! –pensaba una y otra vez aquella figura solitaria que caminaba por entre las calles más peligrosas de la ciudad.
Aquél ser vestía un gastado vaquero, roto de las rodillas y la entrepierna; una camisa de manga corta de color negro y una sudadera con la que se cubría pobremente del gélido aliento de la noche. Era un perro extraño, un eléctrico decían a forma de burla los que ponían importancia en esas cosas de las razas, pero en realidad era un xoloitzcuintle con pelo negro que desde hacía cuatro horas había terminado su turno en la empacadora y se dedicaba a vagar por las calles sin un rumbo fijo más que llegar a su hogar lo más tarde posible, y ¿por qué no buscar un poco de verde?
Aunque a Ix no le pareciera, el lo necesitaba.

Unos minuto más caminando, escuchando los primeros indicios de vida de algunas vecindades o departamentos; contando las cuadra que faltaban, las esquinas que debía doblar y las farolas, que extrañamente seguían intactas después de tantos años sin mantenimiento, hasta llegar a aquel viejo portón desgastado y lleno de marcas y pintura en aerosol.

“Una nueva” pensó el macho de aquellas firmas mientras tomaba el portón de su manija y, con cuidado de no hacer ruido, lo cargaba con la fuerza necesaria para abrirlo sin que arrastrara y solo lo suficiente para poder pasar.

-¡No la cierres muchacho!- le susurró alguien entre las sombra del único pórtico dentro del edificio.

-¿De nuevo va tarde Don José?- la voz del xoloitzcuintle era un poco grave y con un extraño resentimiento no acorde con su edad.

-Ya sabes, la cerveza y mi compadre no se llevan, ¡y uno es de trabajo mañanero!

-No diga más, sólo recuerde traerle unas gardenias a su señora, dice Ix que son sus favoritas.

-Y también lo son los geranios- agregó Don José, un viejo puma barrigón que vestía un traje ala usanza de los licenciados y hombres de leyes.

-Ya son casi las seis, no se le vaya a hacer tarde con su compadre Manuel.

Aquel viejo puma soltó una queda carcajada antes de ocultar su rostro tras el falso portón de la entrada. Siempre le impresionaba el cómo ese joven podía conocerlo tan bien en solo unos pocos meses; en oras circunstancias lo habría alarmado pero ese joven y su hermana ya se habían ganado su confianza hacía mucho tiempo con los consejos que le habían dado y que nunca fallaban en contentar o calmar a su mujer, según fuera el caso.

De nuevo el xoloitzcuintle estaba solo en el medio de la ciudad en la entrada de una vecindad derruida y a medio abandonar. Sentía el cansancio sobre sus brazos y su espalda, no quería hacer nada más que dormir o comer. Necesitaba un baño pero eso podía esperar hasta las diez.
Sin darle prisa a sus pasos fue pasando las puertas numeradas con la mayor indiferencia posible, pero aún en su situación era casi pedir imposible pues, por cada puerta que dejaba atrás a su mente llegaban imágenes difusas de lo que alguna vez había visto o escuchado de aquellos habitantes, que podían seguir o no entre esos muros:

La vieja Elena, una osa que de joven había sido cantante y se la pasaba viajando por todo el país de concurso en concurso y de concierto en concierto aún a pesar de siempre haber preferido la vida tranquila de una vecindad como en la que había crecido y que siempre evitó el despilfarro en sus mejores años. A sus veinticuatro años dejó el canto y se dedicó por completo a formar una vida junto con su marido, entonces novio, en esa vecindad hasta la muerte de el señor Manuel y la partida de esa mujer con una de sus hijas muy lejos, al otro extremo del país.
Desde entonces el departamento se caía a pedazos y las flores que dejó en su interior se volvieron polvo en el interior del departamento marcado con el número cuatro.
Del número cinco al once, y subiendo las escaleras, era siempre la misma tragicomedia, digna de la pluma de algún dramaturgo urbano. Todos bebedores, jugadores o viciosos que tenían sus cuerpos marcados y sus espíritus cansados de tantos vaivenes y porfías de la vida.
Familias completas de jaguares, ocelotes, buitres, perros y gatos habían quedado marcadas, como ellos, y de sus sueños no quedaban más que las cicatrices de sus corazones marchitos o inexistentes que, desde sus juventudes bien o mal gastadas, ya habían agotado toda esperanza y solo existía resignación, pena o dolor...


Bueno, aquí les comparto una pequeña muestra del proyecto que les había mencionado hacia ya un tiempo atrás. por fin está dando sus frutos así que les comparto la primera parte de la introducción jeje.

Espero les agrade y también ver sus comentarios, que crean o no ayudan para futuros trabajos ^^

Story, characters and linocut © losesno

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